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5 días en un paraíso llamado Siargao

Nos tocó madrugar para coger el vuelo hacia nuestro siguiente destino: la paradisíaca isla de Siargao. Hicimos una breve escala en Manila, donde, para nuestra sorpresa, nos hicieron facturar las maletas sin coste adicional. Aterrizamos en Siargao alrededor de las 11:00 de la mañana y, tras una corta espera, nos recogió una van que nos llevó directamente a la que sería nuestra casita durante los próximos cinco días. Nos alojamos en IAO Surfcamp, en habitaciones triples con baño privado por un total de 865 €. En julio del año pasado, cuando estuvimos allí, eran las únicas habitaciones disponibles, aunque la dueña nos contó que estaban ampliando el alojamiento con la construcción de otras dos.

Después de instalarnos, lo primero fue hacer una visita rápida a la lavandería, ¡literalmente a solo un minuto caminando desde el surfcamp! (300 pesos por 2 kg de ropa). Con la ropa en orden, decidimos acercarnos a conocer Cloud 9. Allí encontramos una bonita playa rodeada de pequeños puestos locales y algunos restaurantes con encanto. Para acceder, tuvimos que pagar una tasa turística de 100 pesos por persona, algo habitual en esta parte de la isla, según nos explicaron.

Una cosa que hay que tener en cuenta al viajar por Filipinas es el tema de las tasas. Hay muchísimas: tasa ambiental, tasa portuaria, tasas de acceso a determinadas zonas turísticas y la lista sigue. Puede parecer un poco abrumador al principio, pero ¡tranquilidad! La mayoría de estas tasas son bastante asequibles y rara vez superan el euro al cambio. Lo mejor es llevar siempre algo de efectivo en pesos filipinos, ya que suelen cobrarlas en efectivo.

Comimos en Shaka, un local popular en la zona de Cloud 9. ¡Totalmente recomendado! Todo lo que pedimos estaba delicioso, pero si hay algo que se llevó el premio fue el “iced latte” con leche de coco: sin duda, el mejor de toda la isla. Después de comer, pasamos la tarde relajándonos en la playa, y cuando cayó la noche nos animamos a explorar el ambiente de General Luna. Terminamos en un bar de reggae con muchísimo encanto: Miguel’s Taquería, donde había música en directo y muy buen rollo. Cantamos, bailamos y disfrutamos muchísimo. 

Como ya conté en otros posts, este viaje a Filipinas fue un regalo muy especial para mis amigas. Quisimos celebrar juntas nuestros 30 años con una aventura inolvidable y por cosas del destino, ¡yo cumplí los 30 en Siargao! Fue un día mágico, en el paraíso y con la mejor compañía. Por la mañana, mis amigas me sorprendieron con un desayuno  en nuestra casita, y luego me revelaron el plan del día: tenían organizado un “island hopping” para descubrir tres islas cercanas. Visitamos Daku Island, Guyan Island y Naked Island, donde terminamos el día con uno de esos atardeceres que se quedan grabados en la memoria.

Al día siguiente decidimos alquilar motos para recorrer la isla, una de las mejores decisiones del viaje. Nos costaron entre 300 y 350 pesos por día, aunque las que alquilamos directamente en nuestro alojamiento salieron un poco más baratas. Personalmente, fue una experiencia que me encantó. Era la primera vez que conducía una moto tipo scooter y, aunque al principio los nervios se hicieron notar, pronto me sentí cómoda y segura. Recorrer Siargao sobre dos ruedas fue simplemente mágico.

Empezamos el día con un desayuno en Las Palmas Villas & Casitas, un local muy agradable cerca de donde nos alojábamos, y desde allí emprendimos nuestra pequeña aventura. Nuestra primera parada fue el “Coconut Trees Viewpoint”, un mirador desde el que se contempla una inmensidad de palmeras tropicales que parecen no tener fin. Continuamos hasta “Maasin River”, donde por 30 pesos por persona accedimos a una zona perfecta para darse un baño en el río y tirarse desde un par de trampolines improvisados. Con el calor que hacía, agradecimos muchísimo ese chapuzón refrescante. La siguiente parada fue en Magpupungko, famoso por sus piscinas naturales que se forman entre las rocas con la marea baja, un lugar perfecto para relajarse y nadar un rato. Cerramos el día con tranquilidad viendo el atardecer en Doot, un rincón sereno que nos regaló una de esas puestas de sol que parecen sacadas de una postal.

Nos tomamos la siguiente mañana con mucha calma: dormimos hasta que el cuerpo quiso y, una vez listas, fuimos a desayunar a Vedya Siargao, un lugar ideal para empezar el día con buen pie. Pedí un “smoothie bowl” tropical y una tostada de aguacate con tomate, y ambos estaban simplemente deliciosos. Después del desayuno, cogimos las motos y nos fuimos hasta Malinao Beach, una playa tranquila donde pasamos toda la mañana disfrutando del sol y del mar. Para comer elegimos Kanaloa Beach Club, un local con encanto y unas bonitas vistas a un canal rodeado de manglares. Aquí probamos el taho, un postre típico filipino hecho a base de tofu, sirope y bolitas de tapioca. ¡Una sorpresa dulce y muy curiosa!

Tras la comida, alquilamos unas tablas de paddle surf por 200 pesos la hora y nos lanzamos a explorar los manglares desde el agua. Fue una experiencia tranquila y muy especial, perfecta para conectar con el entorno. Esa noche cenamos en Kurvada, en General Luna, un lugar de comida local y precios muy económicos. Lo curioso del sitio es su sistema para pedir y pagar: eliges tu comida tipo buffet, le haces una foto a tu plato y pagas al marcharte. Una forma original y práctica de gestionar el servicio, ¡me pareció de lo más auténtico!

Nuestro último día en Siargao lo dedicamos a explorar la zona de Del Carmen, en el norte de la isla. Empezamos el día desayunando una vez más en Vedya Siargao. Como te imaginarás, nos encantó el sitio y no podíamos irnos sin repetir. Con las motos listas, volvimos a lanzarnos a la carretera para disfrutar, una vez más, de los paisajes tropicales de la isla.

En el puerto de Del Carmen contratamos un “island hopping” que nos llevó a tres lugares realmente especiales: Sugba Lagoon, Kawhagan Island y Pamomoan Beach. El trayecto desde el puerto hasta la primera parada fue simplemente espectacular: navegamos entre manglares frondosos, vimos tramos de selva virgen, aguas turquesas brillando bajo el sol y pasamos por pequeños pueblos pesqueros llenos de encanto.

Regresamos al puerto sobre las 17:00, desde donde emprendimos el camino de vuelta a General Luna. Cerramos el día con una cena tranquila por la zona y así, casi sin darnos cuenta, nos despedimos de Siargao, con el corazón lleno.

Antes de terminar este post, me gustaría compartir una reflexión que surgió precisamente durante esta última excursión. Al llegar a la última isla del tour, todas sentimos una calma especial, una sensación de paz que parecía envolverlo todo. Recuerdo que, mientras mirábamos el paisaje, dije en voz alta: “¡Qué zona tan bonita!”, y mis amigas asintieron con una sonrisa. Poco después, llegaron dos parejas que se encontraron con otro grupo en la isla. Uno de ellos comentó: “En esta isla no hay nada”, y uno del otro grupo respondió: “En este tour hemos pagado por ver arena”. Ese momento me hizo pensar en lo distinto que puede ser el mundo según los ojos con los que lo mires. Al final, no todos buscamos lo mismo y no todos apreciamos lo mismo.

Enlaces de interés: encontrarás a IAO Surfcamp (@iaosurfcamp), Shaka (@shaka.hq), Las Palmas Villas & Casitas – https://laspalmassiargao.com/ (@laspalmas.siargao) y Vedya Siargao (@vedyasiargao) en sus redes sociales.